Hacia el futuro, un poco acá y pensando en llegar allá

Cuando uno tiene un proyecto hace todo lo posible por realizarlo. Cuando tú proyecto te llevará a miles de kilómetros de donde vives entonces tus decisiones se piensan dos veces, es bueno? Me ayuda a ir? Me ayuda si me quedo? Si, buscas, por decirlo así, un 2×1.

Y ahora me enfrento a decisiones, cada día, que tienen una contra parte, desde las cosas más sencillas como comprar cuadros, decorar tu casa, comprar electrodoméstico, te preguntas ¿cuanto tiempo lo usarás? ¿Podrás venderlos? Claro y sobretodo piensas: después allá me compraré otro igual (no quiero decir mejor, porque supondría que nos va muy bien en un futuro). Con esto no quiero decir que la vida se estanca, pero si que adquiere otra  dimensión, tratas de alguna forma adivinar qué es lo mejor para ese futuro que vas diseñando en tu mente, para un futuro lejano, no por tiempo si no por espacio, al cual no podrás llevar todo lo que quieres pero si todo lo importante. Entonces construyes recuerdos, afianzas lazos, valoras los días, las noches, la compañía, todo lo que sabes un día extrañarás. Si he ser sincera cuando pienso en mi casa, siento nostalgia, nostalgia del día en que la compramos, de la mudanza, de mi pequeña conociendo su cuarto, jugando en aquel lugar vacío que llenamos de ilusiones. Me llevaré esos recuerdos, llenare de ilusiones mis maletas, cargaremos a los niños junto a nuestro pecho y entonces seguiremos adelante hacia el futuro…

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